León
I el Magno o el Grande (Toscana, 390 – Roma, 10 de noviembre de 461) fue el
papa nº 45 de la Iglesia católica, desde 440 hasta 461.
Tres fueron los papas que tuvieron
el título de Mago: León, Gregorio y Basilio.
León era hijo de Quintianus y los
datos históricos más antiguos lo sitúan como diácono en Roma bajo el
pontificado de Celestino I convirtiéndose en un destacado diplomático con el
papa Sixto III quien, a petición del emperador Valentiniano III, lo envía a la
Galia con la misión de resolver el enfrentamiento entre Aëcio, el comandante
militar de la provincia, y el magistrado Albino.
En esta misión se encontraba León
cuando tras fallecer el papa Sixto III, el 19 de julio de 440, conoce su
elección como nuevo pontífice. Se dirige entonces a Roma donde es consagrado el
29 de septiembre.
Combatió exitosamente, mediante la
celebración de varios concilios, el maniqueísmo que desde África se
había extendido por Italia, el pelagianismo que había rebrotado en
Aquilea, y el priscilianismo que se mantenía en España.
Durante
su pontificado se celebró, en 451, el Concilio de Calcedonia que proclamó
la divinidad y la humanidad de Cristo, «consustancial
al Padre por su divinidad, consustancial a nosotros por su humanidad». Ante
las afirmaciones de las herejías que sostenían la separación entre el Padre y
el Hijo, considerado como inferior al Padre, León restableció la tradición
ortodoxa en su célebre carta dogmática a Flaviano, Tomus Leonis, y que fue
aprobada por el concilio con las palabras: «Pedro
ha hablado a través de León».
El
episodio más conocido de su pontificado fue su encuentro, en 452 en la ciudad
de Mantua, con Atila, el rey de los hunos, quien había invadido el norte de
Italia obligando al emperador Valentiniano III a abandonar la corte de Rávena y
refugiarse en Roma. León convence a Atila para que no marche sobre Roma logrando
la retirada de su ejército tras la firma de un tratado de paz con el Imperio
Romano a cambio del pago de un tributo.
Otra
teoría barajada es que Atila se retiró de Italia debido a la hambruna y
epidemias que sufría su ejército. Este hecho tuvo una gran importancia
simbólica ya que, aunque el Imperio romano seguiría existiendo hasta 476,
situaba como principal fuerza política de Europa a la Iglesia y no el Imperio.
Unos años más tarde, en 455, en una
situación similar, los vándalos de Genserico saquearon Roma, pero el papa
consiguió que se respetara la vida de sus habitantes y que no fuera incendiada.
Como papa, asumió el título de
pontifex maximus, que habían abandonado los emperadores romanos desde el 382.
Durante su pontificado se celebró,
en el año 451, el Concilio de Calcedonia que proclamó la divinidad y la
humanidad de Cristo, «consustancial al Padre por su divinidad, consustancial a
nosotros por su humanidad». Ante las afirmaciones de las herejías que sostenían
la separación entre el Padre y el Hijo, considerado como inferior al Padre,
León restableció la tradición ortodoxa en su célebre carta dogmática a
Flaviano, Tomus Leonis, y que fue aprobada por el concilio con las palabras:
«Pedro ha hablado a través de León».
Fue canonizado en 1574, y su festividad se celebra el 10
de noviembre, día de su muerte en 461.
Icono San León Magno.
Temple sobre tabla dorada con oro 24k.
Colección particular. Madrid