En el Oriente cristiano, la fiesta del Bautismo es mucho más importante que la Natividad, dado que se trata de la gran Teofanía, la plena manifestación de la divinidad de Cristo.
La iconografía del Bautismo es sencilla y antigua. Se plasma el momento en que Cristo se humilla, la Kénosis, bajando a las aguas del rio Jordán, que anticipa el descenso a los infiernos, de ahí, que Jesús pise las llaves del infierno.
A través de la muerte, Cristo salva a la humanidad, y en la desnudez de su cuerpo, revela al nuevo Adán. El paisaje rocoso, se abre a un abismo. El Precursor se inclina levemente ante Jesús que domina las aguas y las santifica. Las aguas del Jordán, se agitan al contacto con el cuerpo de Jesús,
A sus pies, un arbol y un hacha, imagen de Cristo, que hace alusión a la profecía del profeta Isaías:
"...Ya está el hacha contra la raíz de los árboles..."
Los tres ángeles, imagen de la Trinidad, con las manos cubiertas en señal de respeto, esperan el momento de recibir el cuerpo desnudo de Cristo, paralelismo de la Eucaristía.
"Las aguas del Jordán te vieron y se retiraron amedrentadas.
El precursor dijo: ¿Cómo puede un servidor imponer la mano a su Señor?"
(Himno Gran Hora)
Icono realizado para la Parroquia de Ntra.Sra. de Madrid (Madrid).
Capilla Bautismal
No hay comentarios:
Publicar un comentario