La figura de la Teotokos, Madre de Dios, tiene una fuerza especial en las Iglesias orientales, ligándose su culto a la teología de la Encarnación, que será el trasfondo teológico de los iconos. Con este título se definió a la Virgen en el Concilio de Éfeso.
La vestimenta es la típica de los territorios del imperio bizantino durante la época en la que se fijaron los cánones y estructuras iconográficas. Así, viste “maphorion” o manto ricamente adornado, donde aparecen tres estrellas, una sobre la cabeza, y las otras una sobre cada hombro, símbolo de su triple virginidad siguiendo una antigua tradición.
Podemos observar que cubre su cabello con un velo, típico de la tradición oriental.
La túnica o chiton es de color azul, símbolo de su humanidad, recubierta por el manto habitualmente de color púrpura, simbolizando la divinidad que la recubre. En algunos casos puede aparecer el manto de color verde, simbolizando la esperanza.
Compositivamente aparece Jesús unas veces en su regazo a modo de trono (Teotokos basilissa), otras mostrándolo como camino de salvación (Teotokos Hodigitria), o en actitud cariñosa donde Madre e Hijo se funden en un abrazo (Teotokos Glicophilousa, Elousa o de la ternura) cada una con sus respectivas variantes tipológicas. En cualquier caso Jesús viste los ornamentos sacerdotales: túnica blanca como sacerdote, manto dorado y estolón símbolo de su divinidad, llevando en su mano derecha el rollo de las escrituras, mientras bendice con la izquierda.
La inscripción en griego antiguo ΜΡ ΟΥ hace alusión a su categoría de Madre de Dios.
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